De madres y desmadres…
- Nohemí Fernanda

- 10 may 2022
- 8 Min. de lectura
Se dice que madre solo hay una, pero honestamente yo no lo creo así. Nací en una familia disfuncional como la mayoría de las familias mexicanas. Mi mamá siempre ha tenido que trabajar para sacarnos adelante y darnos un lugar en el cuál poder vivir. Y si, efectivamente, en mi vida sólo he tenido una madre biológica, Norma Angélica, a la que le debo todo de mi existencia, pero no fue la única figura materna que tuve a lo largo de mi vida. Este texto es un homenaje y agradecimiento a todas aquellas mujeres que aportaron su granito para ser la persona que soy ahora.

Primero que nada, la mujer que ha estado conmigo los 23 años de mi vida, Normis. Mi mamá me parió un 23 de octubre y me ha soportado por veintitrés, 23 de octubre (próximamente). Mi mamá me ha dado absolutamente todas las herramientas para ser la persona que soy ahora, ha estado en las malas y en las peores. Cuando mi papá decidió tomar su velero y llamarlo Libertad, mi mamá se dedicó a siempre intentar darnos lo mejor, consiguiendo trabajos de noche y después de tiempo completo y aunque muchas veces estuvo ausente, jamás nos hizo falta madre. Mi mamá estuvo siempre en la salud y la enfermedad, en lo bueno y lo malo, su compromiso para con sus hijas siempre ha sido de lo más certero e inquebrantable.
Hablaré por mí, a pesar de que mi hermana y yo compartimos un cacho de útero, mi experiencia es totalmente diferente. Mi mamá me ha apoyado en casi todas mis decisiones, mi mamá me ha protegido y cuidado durante toda mi vida, me ha levantado (a veces de madrazo) cuando me he caído, pero lo más importante es que cuando más he sentido que el mundo se me acaba, ella ha estado para mí para reconstruirlo. A mí no me gusta decir que mi mamá es papá también, la verdad es que considero que mi papá es un ente inexistente, pero con la madre que tengo, jamás me ha hecho falta. Mi mamá ha sido mucha madre y ha sido mucha mujer, siempre va a ser mi ejemplo a seguir, el modelo de mujer que siempre voy a intentar ser, porque mi mamá se merece sentir orgullo por alguien que haya salido de esa persona tan fuerte, tan aferrada, tan chingona, que es mi mamá.
Te agradezco mami, por siempre estar, aunque la haya cagoteado una infinidad de veces, porque aunque te enojas conmigo, siempre estás cuando te necesito. Porque por mucho tiempo no fui la hija que necesitabas y que seguramente no deseabas que fuera, pero día con día siempre intento que te sientas orgullosa de mí y ser la hija que te mereces y más que nada, poder retribuirte todo lo que hasta la fecha das porque yo esté bien, tú eres el amor de mi vida, mami. Tú eres mi columna para mantenerme fuerte y estoy segura de que sin ti, no estaría hasta donde he llegado. Te amo.
Estoy orgullosa de la mujer que eres, porque te has entregado a nosotras de una manera en que pocas madres podrían presumir. Te admiro porque nunca te has dejado caer y siempre has sido la persona más fuerte que he conocido, es un honor para mí ser tu hija, poder compartir contigo el espacio tiempo es de lo mejor de la vida y espero algún día poder llegar a ser como tú y que de verdad sepas, que tú eres la mejor mamá del universo.
Por otro lado, cuando era niña y mi mamá trabajaba, siempre tuvimos quién estuviera al pendiente de nosotras, que cuidaran y vieran por nosotras mientras mamá estaba fuera. Desde mi visión de historiadora, el papel de la mujer que cuida a los hijos ajenos está más que infravalorado, puesto que no sólo se dedican al cuidado, se involucran en la vida de los niños y los quieren, les otorgan el amor y el apapacho, no es sólo un vínculo frío unilateral.

Las relaciones entre niños y “nanas” (o segundas madres, por así decirlo) no sólo se basa en la supervivencia del infante, sino también en darle una vida en donde pueda sentirse cómodo y querido.
Mamichis y Sonia cumplieron ese papel en mi vida, madre e hija se dedicaron a cuidar de mi hermana y de mí, a pesar de que Mamichis había criado a sus 4 hijas, no se negó a cuidar de nosotras, a alimentarnos y a jugar, platicar, dormir y protegernos mientras mamá salía a trabajar. Los años pasaron y Sonia se empezó a hacer cargo de las labores de cuidado y cariño de nosotras. Desde niña siempre dije que Sonia era como mi segunda mamá, porque sabía que siempre podré recurrir a ella cuando algo me falte, cuando quiera un consejo o simplemente para poder estar en otra realidad diferente de la mía. Sonia, más que mi segunda madre, es nuestra cómplice, es la persona a la que le contábamos nuestros secretos, la que nos abrazaba cuando mi papá explotaba en neurosis, la que nos llevaba a divertirnos cuando los fines de mi papá, él no lo hacía.

Sonia, Mamichis, Rosy, Gaby y Andrea, hicieron de nuestra infancia un terreno de juego, de diversión y de educación, porque con ellas entendí que aunque no compartamos sangre, han sido las tías y la abuela que más cerca he tenido desde que era un bebé, les agradezco por verme crecer, por hacer de mí alguien tan aventada, que se me quitara el miedo a los juegos “mareosos”, que construyeran un mundo donde a veces los problemas salían sobrando, pero sobre todo, les agradezco por llenarme de cariño como si fuera una más de la familia hasta la fecha. Gracias por abrirme las puertas de su casa y por dejarnos conocer a la familia y por hacernos parte de ella.
Debo de confesar que hasta hace no mucho subestimé la relación que tenía con mi familia. Muchas veces he llegado a cuestionar la forma de vida que llevan porque no es algo que yo comparta, pero a final de cuentas, han sido piezas tan importantes, que jamás me imaginé lo agradecida que estoy con ellas por ser las mujeres que son en mi vida.
JAJAJAJA MI CARA
Mi tía Lilia y mi tía Laura (ambas hermanas de mi mamá), han dedicado su vida a sus familias, alguna más numerosa que la otra, pero jamás han olvidado el vínculo que tienen de sangre, una para con la otra. Ambas mujeres llevan, hasta la fecha, vidas muy diferentes, pero eso jamás las ha alejado de mi mamá, a menos que hablemos de geografía, entonces ese sería un problema. Estas dos mujeres de las que hablo, se han vuelto los pilares de apoyo principal para mi familia, monetariamente, emocionalmente y familiarmente.
Mis tías han sido los ángeles de la guarda de mi mamá, pues, aunque no les ha correspondido en papel, nos han ayudado a salir adelante cuando la hemos pasado más difícil.

Mi tía Laura, me llevó a su casa a pasar unas vacaciones para que mi mamá no tuviera que desembolsar dinero en mí, pues no lo teníamos y a pesar de que yo era muy joven y rebelde, le debo toda la experiencia de desarrollarme como un adolescente diferente. Por mucho tiempo estuve enojada por ese periodo de mi vida, porque yo culpaba a mi padre de haberme tenido que separar de mi núcleo, pero hoy agradezco haber conocido una parte de mi familia que estaba lejana y que recuerdo con mucho cariño todas las veces que llenaron con mucho amor la ausencia de mi núcleo familiar. Gracias por las anécdotas, por abrirme la cotidianidad de tu rutina, por quererme (aunque fuera unos meses) como una hija más y por siempre cuidar de mi mamá, porque, aunque ya son mujeres adultas, jamás has dejado sola a mi mamá, siempre estás al pendiente de toda la familia y de la tuya, eres un ejemplo a seguir y cualquiera estaría orgulloso de ser tu hermana, tu hija o tu nieta.

Mi tía Lilia es mi tía más cercana, mi tía la más consentidora y la más cercana a mi día a día. Mi tía Lilia ha sido la mano que nos ha sostenido en lo más difícil, es la persona que jamás nos ha dejado caer y además de cuidar de su familia, para ella somos “sus niñas”. No tengo cara, ni palabras para agradecer lo hermosa persona que ha sido con nosotros toda la vida, mi tía es la más cariñosa y es la que más se pone a mi mamá como lazo de cochino cuando la caga. Mi tía Lilia es una mujer increíble, como de esos personajes de cuento que son como el hada madrina y hacen de tu vida algo más bonito. Mi tía nunca nos ha dejado caer, así sea en una mudanza, en el divorcio de juguete de mis papás, en las comidas, en las rentas, en la enfermedad, en los logros y en lo más malo, mi tía ha sido la persona a la que siempre recurrimos por apoyo, porque muchas veces con tan sólo escuchar su voz, la vida se te hace más amena. Gracias tía por ser nuestro ángel, nuestra protectora y por ser otra madre para nosotras, gracias por siempre consentirnos, por siempre tener ese amor que le entregas a todos, gracias por ser la hermana de mi mamá, gracias por ser mi tía y gracias por quedarte todos estos años.
A Meli le doy las gracias porque, aunque no lo sabe y no tuve la oportunidad de decírselo cuando la tenía cerquita y probablemente no se acuerde de esto, prefiero inmortalizarlo en palabras. No fue la abuela más cariñosa del mundo y justifico totalmente que su vida es injusta, pero siempre estuvo con ese abrazo, ese beso o ese “corazón de melón” que extraño oír cuando se refería a mí.

Mi abuelita es una mujer que ha entregado cada fibra de su cuerpo a su familia, la factura se lo cobra hoy en día, pero yo siempre voy a admirar a esa mujer que jamás dejo a su familia sin comida, sin ropa, sin una casa limpia, porque aunque trabajaba, no importaba lo que sucediera, ella siempre estaba ahí. Ojalá la vida te lo hubiera retribuido mejor o tu propia familia lo hubiera hecho. Te extraño cada día que pasa y espero que nuestras llamadas por teléfono para quejarnos del mundo no se pierdan nunca, ojalá te me hubieras quedado cerca eternamente porque me arrepiento tanto de no haberte tenido más cerca cuando pude y por darme cuenta muy tarde lo indispensable y maravillosa abuela y mujer que eres. Gracias por casa comida, por cada apapacho y por cada sonrisa.
No podía terminar este texto sin mencionar a dos mujeres que son la base de todo este relato, Micaela y Margarita fueron los pilares de la familia de mi mamá. Su madre y su abuela - que no tuve el gusto de conocer - crearon a 3 mujeres sumamente brillantes, a ellas les debo el tenerlas en mi vida y ser lo que soy, porque sin su huella, nada de esto estaría sucediendo. Gracias a ustedes por haber hecho de estas mujeres las más fuertes del mundo, las más aguerridas y las más importantes para mí.
Gracias a todas y cada una de las mujeres que han marcado mi vida, que, si bien tienen hijos o no, me han cuidado como su hija, me han hecho ser la persona que soy ahora. Gracias a Normis por dejarme existir en este plano astral y gracias por ser la mejor madre del universo. Gracias a Mamichis, a Meli, a Sonia, a Rosy, Andrea, Gaby, a mi tía Laura, a mi tía Lilia, a Isabel, a Cristina, a mi maestra Ana, a mi maestra Dayna, a todas y cada una de las mujeres que dejaron un pedazo de lo que es tener una figura materna en la vida, porque, aunque tengo muchísima madre, siempre es bueno tener aún más. Gracias porque, aunque a muchas no nos une la sangre, siempre me han cuidado, porque sé que no todas sean madres, para mí han sido mis mamás en un cachito y siempre estaré agradecida con ustedes por formar parte de mi corazón y de mi vida.
¡Feliz día de la madre a mi gran desmadre de madres!




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