Diagnóstico: Venganza
- Nohemí Fernanda

- 3 abr 2022
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 11 abr 2022
Nohemí Fernanda.
Para Meli, mi abuela.

Estoy en todos los humanos y creen que soy importante, pero muchos otros ni siquiera me prestan atención. Estoy en todas partes, en diferentes formas, olores, sentidos, colores, sabores, estoy en frases escritas, en frases dichas y escuchadas.
¿Mi historia de hoy?, Comencemos como película taquillera. No soy heroína, no soy villana, existo en ti y creo que en todos. Me formo con cada persona, siempre diferente, nostálgica, enojada, alegre, triste, oscura o luminosa, amplia o puntual; en fin, siempre me encuentro de forma distinta y cada quién me construye como quiere. Guardo datos y acumulo experiencias, soy como una caja con demasiado contenido y sin mí seguro que ninguno de ustedes podría vivir, ¿o sí?
Pero la historia de hoy, Hermelinda, nos conocimos en el año de 1941, tuvimos nuestros momentos en los cuáles no ahondaré porque ella no me lo hubiera permitido, el problema es que ahora ya no sé qué puede permitirme o no, me estaba perdiendo y no era una decisión que yo pudiera frenar, intenté evitarlo, pero, progresivamente mee estaba dejando.
Quise mostrarle que tuvimos tiempo felices, que estuve con ella desde el 41, pero ella me tiene presente desde los 4 años, yo estuve ahí cuando nació, creció, su primer encuentro con un borrego, su casa en el pueblo zacatecano de Río Grande, ¡estuve ahí siempre y sigo aquí, sin mí, no sería la mujer que es ahora!, ¡¡¡¡LA CONOZCO!!!
Pero ahora, sólo soy un recuerdo, quizá ni eso, soy una partícula minúscula dentro de su ser, desaparezco día con día y eso me molesta demasiado, por eso empecé a traerle los peores recuerdos de su vida y se los mostraba día con día, haciéndole ver que de mí no se iba a librar tan pronto.
Tanto es mi enfado porque aún con eso, no logra verme, entonces sacó mis peores armas, le muestro lo peor, lo inimaginable, le enseño a su marido siendo un borracho cretino, la muerte de su padre, la muerte de su enferma hermana y la culpa que sintió, su piel morena que siempre le molestó, sus hermanos desgraciados robándole el recuerdo de su hogar de la infancia y destruyéndolo pieza por pieza, a sus hijos siendo unos malagradecidos y arrepintiéndose de haberlos educado tan consentidos.
Y logro que me recuerde, sabe que estoy ahí. A veces pienso que soy muy egoísta, la hago sufrir, hago que le reclame a su esposo por cosas que ni siquiera pasaron, a veces la hago alucinar, muevo sus cosas de lugar y no dejo que lo recuerde, quiere gritar, quiere decirle al mundo todas sus molestias pasadas, quiere que alguien la escuche, la vea y la comprendan… pero… ¿Cómo?
Ha olvidado todo de nuevo, entonces me compadezco, la dejo tranquila después de haberle gritado a su marido que le ha perdido el par de zapatos que se compró en 1973, pero fue ella misma quien los puso debajo de la cama, pero no se lo diré, la dejaré que explote, que reclame a sus vecinos, que el mundo crea que está enloqueciendo, entonces, sólo entonces, voy a calmarla.
Es aquí cuando espero que todos me estén juzgando, pero qué sentirían ustedes si los olvidan así como así, yo busco venganza por eso, me estremece, me retuerce el intestino que dejen de prestarme atención, pero cuando estoy tranquila, le muestro a Meli el amor, por sus hijos, por su esposo, por sus nietos y nietas, su pasión por la cocina, su sonrisas y sus pocos triunfos y se queda tranquila, puede disfrutar de su programa de televisión, una llamada con su nieta o con su hijo, de un té endulzado con miel.
Ahora está durmiendo plácidamente, pero si mañana después de despertar no me recuerda, entonces seré despiadada, la haré alucinar a su marido, a ver a su vecina robándole trastes, olvidando el dinero en el mercado, haré que olvide que fue feliz, pero estaba claro, ella creía que sería un día normal, pero me olvidó como siempre, me enoja, me molesta, no sería un día común, hoy tampoco lo será, nunca más lo volverá a ser, estoy contigo Meli y lo estaré hasta que la muerte nos separe.
Toda mi historia con Hermelinda comienza el día que su hijo menor la llevó al médico por razones que ahora desconozco. Estábamos tan bien y de repente todos se preocupaban porque ella reclamaba “cosas inexistentes”, malditos exagerados, algún día me vengaré de ellos por igual, pasaré de familia en familia. Pero bueno, estábamos en el médico, nos hicieron unos exámenes de sangre, unas lecturas, una resonancia y todo el mundo estaba muy nervioso, incluso Meli.
¡Ay mi Meli, querida!, entonces el doctor pronunció unas palabras “Diagnóstico: Demencia Senil, tiene que tomar 3 pastillas por la mañana, 3 después de la comida y 3 antes de dormir”, tontos médicos homeopáticos, soy veloz y puedo contra esa tonta demencia, ahora por decirme loca, haré que olvide la hora de sus pastillas.
Entonces todos, su despreocupado hijo venía a verla cada fin de semana, su ausente nieta estaba al pendiente de que ningún insumo le faltara, su arrepentido marido se preocupaba por ella. Nadie le advirtió que sería difícil librarse de mí, creo que yo también estoy olvidando mis funciones, ¡¿quién soy?! Cada vez que toma esos fármacos me siento oprimida, me siento cansada, por eso hago que lo olvide.
Yo estuve con ella siempre, desde que nació hasta sus ahora 79 años, ¡SOY SU MEMORIA!
¿Y se está olvidando de mí? ¿Yo que soy…
¿qué soy?... ¿qué estaba diciendo?
…¿quién soy?




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