Fuentes de Ortíz
- Nohemí Fernanda

- 7 ago 2022
- 15 Min. de lectura
Para todxs aquellos que hemos atravesado por una mierda de relación, promesas y amenazas no cumplidas.

—¿Recuerdas qué fue lo que pasó?
—No.
—Por favor, no podemos estar así todo el día.
—No me acuerdo. Y puedo estar así el tiempo que quiera, aquí me voy a quedar de todos modos.
—¿Y no quieres?
—¿Tú querrías?
—Intentemos algo distinto, ¿qué es lo que recuerdas?
—Nada. No quiero recordar nada.
—Por favor, deja de comportarte así. Si no cooperas, menos vas a poder salir de aquí.
—Recuerdo la primera vez que lo vi con atención. Tenía una playera azul con un rinoceronte y tenía una leyenda que no recuerdo. Sus lentes delgados, ojos pequeños. No era nada extraordinario en ese momento. En realidad, nunca lo fue, pero yo ahí no lo sabía.
Fuimos a tomara un bar cercano con unos amigos en común, él estaba de novio con una de las chicas del grupo, pero noté que no me quitaba la mirada. Cada vez que yo hablaba, me prestaba atención. Era algo excitante de ver.
—¿Qué te pusiera atención?
Asintió.
—Con el paso de las semanas empecé a encontrarlo en todas partes, lo encontraba en los pasillos, cerca de los salones, en los jardines, en todas partes. Yo lo saludaba con gusto y compartimos el mismo vicio, nos encanta fumar. Supe que había algo el día que iba caminando con un amigo y me lo encontré de frente, estaba ansiosa porque no tenía que fumar y le pedí un cigarrillo. Me ofreció los 3 que tenía en la mano y siguió de frente para ir a comprar más. Me pareció extraño porque nadie te da 3 cigarros, así como así, solamente porque lo pediste, pero no le presté mucha atención.
Al cabo de un mes máximo, ya nos veíamos más seguido. Compartía una clase con mi mejor amiga y empezamos a tener encuentros más cercanos que se convertían en vaivenes por cigarros a la tienda de la entrada. Un día sonaba Flourescent Adolescent de los Arctic Monkeys y ambos cantamos al unísono, nos miramos y solo sonreímos. Para este punto yo ya sabía que me gustaba, pero él tenía novia y yo creía que jamás se interesaría en alguien como yo.
—¿Por qué no se interesaría en ti?
—Aún tenía 16 años. Todo sucedió un 10 de octubre. Era lunes. Mi profesor de biología no me dejó entrar a hacer el examen porque llegué tarde, valía la mitad de la calificación y yo sabía que había reprobado, pues no era muy buena en la materia y sin el examen, no iba a poder hacer nada. De repente lo vi caminando hacia mí, me abrazó y me ofreció cigarrillos, me preguntó qué ocurría y le conté todo. Es curioso que todo se haya dado así, era lunes y su novia sólo iba a la escuela los martes y jueves, ojalá hubiera ido ese día. Ojalá alguien nos hubiera detenido.
Ese día mis mejores amigos nos vieron y después de enterarse de mi drama, propusieron que fuéramos a tomar para aliviar el desgane, accedimos. Fuimos al bar clandestino donde dejaban tomar a menores de edad y ahora que lo pienso, no sé cómo lográbamos salir tan borrachos de ahí, no era barato, pero siempre se juntaban más de 6 vasos de michelada.
Ya entonados, comenzamos jugar y una cosa llevó a la otra y nos besamos, no paramos y no paramos, me mordió el labio hasta dejármelo morado. No me importó, ¿qué carajos me iba a importar si tenía 16 años? Se nos olvidó la hora, la vida, los amigos, su novia, todo se fue al carajo y a partir de ahí, nosotros también.
Lo que siguió no tiene nada de importante, nos escondíamos de su mejor amigo, que también era mejor amigo de su novia y nos besábamos a escondidas. Nos veíamos cerca de mi casa para fumar y platicar, siempre terminábamos besándonos, empecé a conocerlo más y todo lo que veía me parecía fascinante, interesante y – hasta cierto punto – misterioso. Pasó el día de mi cumpleaños, un 23 de octubre y recibí cigarros, una cartita donde se leía “te quiero”. Sentí que nada en la vida era tan correcto como nuestro amor, sólo que la circunstancia no era la mejor posible, pero decidimos no detenernos.
Y bueno, como todo lo que mal empieza, mal acaba. Se acercaba el día de Halloween y en nuestra escuela era de los días más pedidos, pues todo el mundo se disfrazaba, había fiestas, alcohol y la oportunidad de conquistar a tu “crush” con algún disfraz rabón que permitiera que se te saliera media teta o nalga. El 29 de octubre, decidí llegar vestida de merlina a la jardinera donde siempre nos juntábamos los ahora amigos de todos. Estaban maquillándose entre todos y todas. Cuando de repente al tomar el labial negro entre mis dedos y colocármelo en los labios, él se agachó y me besó frente a todos, incluido el mejor amigo de su novia, incluidos todos, no hubo excepción alguna. Nos vieron.
No tengo un recuerdo preciso de cómo sucedieron las cosas, pero decidí irme con otros amigos a dar vueltas por la escuela. Él me dijo que en cuanto llegara su novia, terminarían y podríamos estar juntos, hacer todo sin escondernos, sin tener miedo a que nos vieran. Claramente no fue así, llegó su novia y se enteró de lo sucedido, lloró y lloró. Entonces él le pidió otra oportunidad, pues en su versión, yo lo había obligado a tener relaciones sexuales y a besarme, básicamente lo chantajee con decirle a ella, si él no se quedaba conmigo. Nada era cierto, pero fue hasta semanas después que yo me enteré de esa versión.
A la par de eso sucedido, yo estaba recibiendo mensajes en donde me decía que ella era una necia y que le rogó por quedarse, que no la dejara y él sintió lástima, no la terminó. “Ten paciencia, pronto hablaré con ella, todo quedará arreglado y nosotros podremos estar juntos”. Hubiera deseado no creerle, pero lo hice y así fue durante muchos años.
Me encantaría decirte que esta historia es más corta o que se pone mejor, pero de ser así, no estaríamos aquí.
—¿Quieres detenerte?
—Él no se detuvo. Lo que sucedió después son una serie de tonterías, pero el 3 de noviembre era martes y yo iba entrando, su novia también y su mejor amigo decidió hacer la única acción buena de intervención y me pidió que hablara con ella. Nos contamos las versiones que te dije y cuando él llegó, creí que ella iba a golpearlo o a acabar con él, pero no. Sólo se levantó y lo mandó a la mierda, lo que él no había podido hacer, lo hizo ella. Eran señales, pero yo no quise verlas.
Estaba enojada con él, pero iba a ser casi un mes de que nos habíamos besado por primera vez y me pidió vernos, acompañarme a mi casa, me dio un regalo y una carta. Aún no olvido cómo me pidió perdón por haberme escondido y por haber sido un cobarde que nunca quiso decirle nada a su novia, pero como era de esperarse, lo perdoné e inicié una relación con él.
—¿Cómo justificó haber dicho que lo habías manipulado?
—Dijo que pensó que eso haría que su novia lo terminara. Si se enteraba que habíamos tenido relaciones sexuales, ella se sentiría peor y lo terminaría. Pero las cosas empeoraron con el tiempo, las versiones de sus historias cambiaban con el tiempo y cuando me di cuenta, seguía tirándose la onda con su exnovia y también tenía una relación conmigo, pero por idiota, decidí que iba a ponerle los cuernos. Conocí a García, me quería y yo a él, pero también sabía que lo estaba usando para sacar toda mi frustración y todo el dolor que tenía. Y él también terminó con eso.
—¿Con tu relación extra con García?
—Si, decidió preguntarle si él me quería. Le dijo que él era mi novio y que lo estaban usando. García estaba herido y le dijo que él también me usaba, pues sólo le gustaban las drogas y besarse conmigo, pero que en realidad no significaba nada para él y que no quería problemas solamente por quedarse conmigo. Después de eso, todo se había fragmentado aún más, pero me aferré a que podía funcionar, a que podía ser yo quien lo hiciera cambiar. Fui estúpida y las cosas se salieron de control absoluto después de eso.
Él y yo no habíamos tenido relaciones nunca y él día que las tuvimos fue extraño, pero placentero. Estaba asustada por no sentir nada, pues la primera vez que lo hicimos, no tenía ninguna sensación, pero él lo estaba disfrutando bastante, hasta que en menos tiempo de lo que pensé terminó. Él me había dicho en constantes ocasiones que había tenido un registro amplio de mujeres con las que había sostenido relaciones, varias de la preparatoria y también amigas de su casa. Años después, me encontré con varias de esas chicas y me confesaron que jamás tuvieron sexo con él. Yo le “quité la virginidad”, pero él a mi no y eso era algo que pagaría muy caro.
El sexo se volvió una regularidad casi del diario, muchas veces obligada a hacerlo, otras veces forzada, pero siempre fingía disfrutarlo y no sé cómo ¡si yo lo quería, no sentía nada! Hasta que después comprendí que el deseo no siempre se trabaja de forma igualitaria, sino unilateral. Tiempo después se preocupó por mi satisfacción sexual y empecé a disfrutar de las relaciones con él, hasta que a veces era de llegar a mi casa y hacerlo sólo porque él quería y yo sólo quería fumar.
La primera vez que él me violó y yo puedo reconocerlo, fue un año después de haber comenzado la relación, iba llegando de mi trabajo de becaria, estaba fuera de mi casa y lo dejé entrar para que yo pudiera dejar mis cosas y entonces me dijo “tengo muchas ganas, quítate el pantalón”, le dije que no que quería ir por cigarros y contarle mi día, que ese no sería el día para tener sexo. Me tiró sobre el sillón con mucha fuerza y me arrancó el pantalón, sentí como entró y terminó muy rápido, yo sólo me quedé sentada sin saber qué hacer, sin saber que eso era una violación, pero sabía que no se había sentido bien y que había veces que yo no quería, pero “por deber” creía que estaba bien.
Nuestra relación no siempre fue mala, conocimos muchos lugares juntos, fuimos a mil cafeterías, a mil aceras de toda la ciudad a fumarnos un cigarrillo. Si me preguntas, ya es difícil que recuerde a cuántos lugares fuimos, pero también dejé la escuela por disfrutar, por conocer y empecé a robar el dinero de mi casa para poder salir. Los ahorros de mi hermana, el dinero que sobraba del librero. Él también robaba, las monedas de plata de su padre y las cambiábamos en el centro joyero del centro y la joyería de su mamá. Aunque yo no sabía que lo robaba, él sólo me decía que su padre le daba las cosas y que él tomaba cosas que su mamá ya no usaba. No sé en qué momento perdí la cabeza y creí que todo eso estaba bien.
Las fiestas en casa de mis amigos eran recurrentes, el alcohol, la marihuana y los excesos, siempre terminábamos de maneras astrales en menos de 4 horas y la verdad, muchas veces estas circunstancias nos llevaron a tener problemas con la gente con la que me relacionaba. Mi mejor amiga me había presentado a más de 300 personas a lo largo de los 3 años en CCH, me besé con más de 60 en un año (no orgullosamente, pero para algo eran las fiestas y así se socializaba). Cada vez que pasaba más y más meses con él, me quedé sin amigos, sin gente que apreciaba, pues hasta a su mejor amigo me prohibió hablarle, pues seguramente yo quería con todos, yo quería besarlos o me habían gustado de alguna vez.
Me quedé sin amigos, sólo podía hablar con mis mejores amigos o con gente que él conocía y aprobaba. Las cosas no cambiaron mucho, pero conoció a mi familia, salía con nosotros los fines de semana y aunque no tuviéramos mucho dinero, disfrutó de varias comidas y de varias reuniones. Lo que más me duele es que conoció a mi abuelo.
—¿Por qué te duele eso? ¿Cómo lo conoció?
—Mi abuelito iba a verme a la casa, no me encontró y justo cuando se iba hacia el metro, yo iba llegando. Nos encontró y le frotó el brazo, le dijo “ya quisiera yo tu suerte para estar con alguien como ella, cuídamela mucho.” Ojalá el hubiera sabido qué estaba sucediendo y me duele, pues la peor persona en mi vida lo conoció y muchas otras que valieron la pena, ni siquiera tendrán la fortuna de verlo, pues ya no vive aquí en la ciudad y ya ni siquiera yo puedo verlo.
Él no se conformaba con aislarme y con mentirme, le mintió a mi familia y se aprovechó de todos, pues cuando me enteré sorpresivamente que me había quedado un año más en la preparatoria por ausencias en clase, tuve que entrar a trabajar. En la oficina de mi hermana me dejaban entrar como becaria los veranos para no estar 3 meses sin hacer nada, pues ese verano me aferré a que él también entrara a trabajar, pero no pudo ser de becario, entró de tiempo completo de lunes a domingo. Teníamos que fingir que no nos conocíamos o podíamos tener problemas, también por las noches llegaba a mi casa a comer, le hacía la chillona a mi mamá porque sus papás no le daban para los pasajes y mi mamá le aportaba para que siguiera trabajando, pero a las 2 semanas dejó el trabajo.
Desde aquí las cosas tomaron un rumbo muy extraño, peor de lo que ya te he narrado. Mi hermana al mes dejó el trabajo donde estábamos por problemas que venía arrastrando y después de eso, fue el temblor del 2017. Lo que pasó después se suscita en el 2018, durante el primer semestre, yo logré sacar mis materias en diciembre del 17 y afortunadamente conseguí terapia con un grupo de psicólogos, eran 7. Una me entrevistaba y me grababa, los de atrás ponían preguntas guía y después había una espacie de retroalimentación para que yo supiera los puntos de vista.
—Tu relación con él no acabó así, ¿Qué haces? ¿por qué estás omitiendo lo que te hizo?
—No recuerdo qué paso.
—Estás mintiendo. Tienes las fechas exactas de los sucesos más dolorosos y estás omitiendo lo que te dejaría ser libre y cortarlo de tajo.
—18 de mayo de 2018. – susurró.
—¿Qué dijiste?
—Fue el 18 de mayo de 2018. Ese día terminó.
—¿Cómo terminó?
—Conseguí entrar a ese grupo de terapias porque a mi mamá la habían operado de miomas en la matriz y yo decidí que, durante su recuperación, me iría tomar un Starbucks con él. Durante su recuperación, yo me quedaría lo más tarde posible en la escuela con tal de no verla, con tal de estar más con él. Cuando ella más me necesitó le dije que era una pésima madre en su cara y cada día me vuelve más loca sólo recordar y pensar que jamás me va a perdonar por decirlo.
Tienes que entender que nada de esto lo hice conectando dos neuronas en mi mente, yo traicioné a mi familia y dejé sola a la persona que nunca me soltó y no hay día en el que no me sienta culpable, en que quiera demostrarle que ya no soy esa persona, en que quiera ser mejor hija, persona y quisiera poder borrar todo lo que viví, pero en marzo todo empeoró, todo fue peor.
—¿Por qué?
—Me pegó. Fueron 3 ocasiones, no sé decirte las fechas, pero recuerdo cada detalle de cómo pasó. La primera vez fue cuando dejó el trabajo, yo lo terminé porque iba a hacer quedar mal a mi hermana, pues ella lo recomendó. Me dijo cosas hirientes como que mi familia no valía para nada y que además demandarían a la empresa por las condiciones en las que tenían a los trabajadores (su idea no era mala, sólo era un idiota de 20 años que no quería trabajar y duró 2 semanas, una demanda no venía al caso). Lo terminé y al día siguiente apareció en mi casa con todos los regalos que le di, me dijo que, si no me quedaba con él, ya no quería tenerlos. Se acercó el camión de la basura como por coincidencia y tiró todo. Después volvió a mi casa, me dijo que se tiraría a las vías del metro y tomó mis muñecas con fuerza, me azotó varías veces en la pared. Luego de darme cuenta que me dejó marcas en los antebrazos, lo golpeé y le dije que era la última vez que se me acercaba, claramente no fue así. Fue aproximadamente en Julio del 2017.
La segunda fue cuando tomé mi foto del certificado de término de la preparatoria y me sobajó diciendo que yo no era tan inteligente como él. Le dije envidioso, pues yo no fui la idiota que se quedaría 5 años en la preparatoria, como él. Se volteó y me soltó una cachetada, después me puse a llorar y él también, me pidió perdón y me dijo que sólo fue por lo que yo había hecho, que lo hice sentir mal y que el arranque lo obligó. Se sintió desesperado porque quise terminarlo de nuevo, tomó mi celular y me dijo que había alguien más seguramente, que era tan piruja como para sólo estar con él. Lo tiró y lo estrelló de una de las esquinas. Arranqué en furia, no me detuve, le di puñetazos, lo pateé. Hizo lo mismo conmigo, hizo exactamente lo mismo.
La última vez, fue similar, no recuerdo muy bien por qué estábamos discutiendo, tal vez por una de sus infidelidades, pero ese día, no se detuvo. Me bofeteó y me quitó la ropa, tuvo relaciones y me dijo “el sexo de reconciliación es lo mejor”. Me quedé callada y no supe qué decir. No supe qué hacer y no sabía qué mierda estaba sucediendo, pero después de lo que te conté, empecé a despertar ese día.
Las cosas ya estaban de por sí hechas una mierda y como te dije, él no era la primera vez que tenía infidelidades. Inició una relación con una chica llamada René, ella era dos años menor y cuando los vi juntos, él me dijo que estaba trabajando. Estaban borrachos, saliendo de una fiesta e iban a bajársela a una plaza. Me acerqué de inmediato a la chica y le empecé a reclamar a él, le enseñé los mensajes donde horas antes me decía que me amaba y todos empezamos a correr por todas partes, René huyendo de él, él siguiéndola y yo a él.
—¿Quién te seguía a ti?
—Nadie, nadie iba por mí, ni siquiera yo. La última infidelidad vino también llena de mentiras, más de las que conllevaban ya – de por sí – una infidelidad. Él entró a trabajar en un call center por el metro Toreo, yo había entrado a trabajar muy cerca de mi casa. Ganaba mucho más que él y le molestaba, quería que me saliera y dejara el trabajo, quería que estuviera en mi casa siendo miserable.
—¿Sentías que quería sabotear todo lo que te salía bien?
—No quería, muchas veces lo hizo. En ese trabajo conoció a Michelle, resultó que siempre tuve un buen instinto para saber que me engañaba, pues en las redes sociales aparecía una desconocida y le daba “me encantas” y él a ella. Resultó que si tenían una relación. Me enteré porque fui por él al trabajo, estaba abrazándola, pero cuando llegué me besó y ella se quedó sacada de onda.
Nos fuimos juntos y luego de eso, empecé a saber días después que él tenía un amigo llamado Christopher, salían diario y luego él no llegaba a su casa por estar con él. Yo no me enteraba sino hasta que su hermana me buscaba y decía que él había dicho que estaría conmigo, pero no lo encontraban. Esa semana me enteré que él estaba consumiendo cocaína y que la llevó a casa de mi mejor amigo, donde su mamá lo encontró y lo corrieron de la casa.
Fines de semana después, conocí a su familia después de 2 años. Su hermana me invitó, pues era su cumpleaños y ahí, me enteré que sus papás sabían de René y no estaban de acuerdo, que sabían que me había engañado y se pusieron de mi lado, sabían de Christopher y de las drogas. Lo que más me sorprendió, fue que sabían que había robado la joyería y llevaba 3 meses sin vivir en esa casa, vivía con su tía y yo no lo sabía.
Una semana después de eso, decidí contactar a Michelle y decirle todo, le dije cómo era él y cómo había estado jugando con ambas. Resultó que ella sabía de René, pero no de mí, lo que nos dice, que él tenía 3 relaciones simultáneas, a las 3 nos decía que era amor de verdad, que cambiaría, que todo sería diferente, que nos amaba y entonces…
—Entonces sucedió, ¿no?
—Si.
—¿Quieres contarlo?
—Se apareció en mi casa. Pateó la puerta del edificio hasta que salí. No vi que mi mamá iba detrás, lo vi alterado y decidió hablar con él.
Me regresó a la casa y no sé qué pasó después. Sé que él le dijo a mi madre que yo lo acosaba, que no lo dejaba en paz. Que estaba obsesionada con él, que yo le robaba a ella, que me drogaba y básicamente, que era todo lo que él hacía. Mi madre no le creyó, le dijo que sabía que varias cosas habían pasado, pero que otras cosas no. Sabía que él tampoco me soltaba y si alguien tenía una obsesión, no sólo era yo. Mentía y se aprovechaba, pero que ella se encargaría de que no fuera a suceder de nuevo.
Me aislaron del mundo, sólo iba al trabajo y de regreso. Hay algo que no dije… Antes de que mi madre saliera detrás de mí, ese 18 de mayo. Él me dijo “te voy a arruinar la vida”.
Salía con miedo de verlo en algún lado, salía con miedo de que estuviera fuera de mi casa, fuera del trabajo, que cumpliera su amenaza. Tenía miedo, entonces… Un día apareció fuera de casa y sucedió…
—¿Y sucedió?
— Si, 10 de octubre de 2018. Muy poético, parecía que también recordó nuestro aniversario. Entonces, lo hice.
—¿Qué hiciste?
—Fue un 11 de octubre cuando llegué aquí y tú sabes el resto. Cumplí su amenaza a la inversa.
—¿Cómo a la inversa?
—Le arruiné la vida.
—Ppp..pero…
—Sí, le arruiné y le acabé la vida. Ya sabes por qué estoy aquí… ¿o no?
El psiquiatra tomó su tabla, sus anotaciones y salió temblando de miedo por la frialdad en las palabras que acababa de oír. Fue a la estación de enfermeras y pidió el expediente de su paciente. Lo tomó entre sus manos y lo leyó, efectivamente, todo lo que le contó era verdad.
Pero había algo que no había dicho…
La causa de ingreso, decía:
Asesinato con arma blanca. Acuchilló a 18 veces a un hombre en diferentes partes del cuerpo.




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