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MUCHAS FAMILIAS DE TANTAS

  • Foto del escritor: Nohemí Fernanda
    Nohemí Fernanda
  • 7 jul
  • 9 Min. de lectura
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Relatos de la Asociación de Edificios con Traumas Anónimos - AETA.

ADVERTENCIA:

Las reuniones de la Asociación de Edificios con Traumas Anónimos (AETA), tiene lugar en la colonia “Santa Inés”, en la sección de Azcapotzalco se presenta en un terreno baldío por la calle 16 de septiembre. Todos los jueves una serie de edificios se reúne para contar las historias anónimas de sus habitantes, éstos no precisamente tenían que notar las reuniones, pues se llevan a cabo en la madrugada.
En estas reuniones se habla de la vida interior de los inquilinos, si pagaban renta o no, si eran higiénicos, si cuidaban las instalaciones; pero también se contaba la vida cotidiana de los mismos, pues, así como los humanos, los edificios también deben ir a terapia.

Nos concentraremos en dos predios en específico Duraznos 17 y Alcanfores 85, pero se encuentran relatos de otros espacios puntualizados. Los inquilinos de estos dos edificios, los han dejado traumados. Las cosas que se contaban dentro de este grupo en específico, se recopilan en una serie de relatos que encontrarás más adelante, sin embargo, es necesaria una advertencia.

SÍ TÚ QUE ESTÁS LEYENDO ESTO, RECONOCES A ALGUNO DE LOS PERSONAJES, DEBES PROMETER EN VOZ ALTA QUE NO DIRÁS ABSOLUTAMENTE NINGUNA DE LAS INTIMIDADES AQUÍ CONTADAS, PUES LA "AETA" PUEDE BUSCARTE Y ENCONTRARTE POR ANDAR DE HOCICÓN.
RECUERDA: SON DE AZCAPOTZALCO Y POR AHÍ UNO DEBE ANDARSE CON CUIDADO.
(Los nombres, calles y números fueron cambiados por seguridad de los personajes (y mía).

ALCANFORES 85. Interior 4.

Carolina y Jaime vivían en lo que parecía en un lugar feliz si lo veías desde fuera. Dentro de su departamento los acompañaban sus dos hijos, Brandon y Kimberly, de 12 y 6 años, respectivamente. Su hogar no era particularmente bonito, había un sólo cuarto, la cocina estaba llena de cochambre, un refrigerador de mediados de los 90's, de esos que hacen mucho ruido y se descongelan solos de vez en vez y en la sala estaba todo amontonado, los sillones, las camas, la televisión, un comedor de madera para 4 personas y mucha, pero mucha suciedad. Al ser sólo una recámara, decidieron que ellos como matrimonio debían tener su privacidad y sus hijos dormirían en una litera pegada a la pared del cuarto, pero del lado de la sala.

Cada vez que cualquiera pasaba por fuera, se escuchaban gritos y escándalo, Carolina tenía una actividad favorita y era gritarles a sus hijos por cualquier cosa que no estuviera bien hecha, mientras esperaba a que su marido llegara de conducir la combi que trabajaba. No le preocupaba en lo más mínimo la salud mental de sus hijos, si tenían hechas las tareas de la escuela, solamente tenía que soportarlos hasta que se cansaran de llamar su atención. Cuando Jaime llegaba, se dedicaba a él como la esposa ideal, le servía la comida, después se dedicaban a besarse por un largo rato, (como si todavía fueran novios adolescentes, al final tenían 32 años, habían sido padres muy jóvenes, y no sabían dejar de comportarse como tal), pero cuando las cosas subían de tono, se "encerraban" en su cuarto, cerrando una cortina colorida y se dedicaban a tener relaciones sexuales desenfrenadamente.

El problema principal con estos dos es que nunca les importó marcar un límite entre lo que sus hijos debían y no debían ver. Brandon, como era de esperarse y estando en la edad de la curiosidad, siempre se asomaba por uno de los quicios de la pared y observaba el acto suceder, se preguntaba si eso era algo normal o si su papá lastimaba a su madre, de cualquier forma era algo que él buscaba experimentar, ya que siempre hizo muy feliz a su papá el acto y él quería ser exactamente igual.

Brandon comenzó a tener problemas en la escuela porque no sabía cómo comportarse, al final, si en su casa nadie lo hacía, ¿por qué él lo habría de hacer en cualquier otro lado?, es lo que había aprendido. Sus problemas iban desde no llevar la tarea, golpear a los compañeros que él creía más débiles, hasta someter a sus compañeras para simular tener sexo. Lo curioso y enfermizo de esta situación es que cada vez que fue suspendido y que Carolina habló con él, nunca le fue preocupante que su hijo hiciera tales cosas, sólo era un constante "es que está en la edad".

Los años comenzaron a pasar y cuando Brandon estaba en el último año de la secundaria, las cosas en casa se pusieron un poco más difíciles, evidentemente las hormonas ahora sí estaban hasta el tope, la curiosidad y el deseo en un niño de 14 años fue una combinación peligrosa. Como antecedentes, Brandon siempre se desarrolló de una manera extraña ante la sociedad, siempre fue clasificado como un "niño malo", le gustaba pisar a los insectos, veía de manera despectiva a la gente desde niño, le gustaba meterse en problemas, las dos ocasiones que tuvieron perros dentro de casa, se dedicó a patearlos hasta que no podía más. Casi nada lo asustaba desde niño, solamente el ver a su padre enojado con él o cuando llegaba con sus compañeros chóferes a embriagarse a su diminuto hogar. Varias veces Brandon tuvo que lidiar con su padre borracho abusando de su madre, pero no un día notó que no sólo era él, sino también los compañeros chóferes que estaban en casa, de alguna manera le causaba disfrute ver la penetración forzada hacia su madre y aunque varias veces trató de evitarlo, no pudo evitar el tener erecciones desde que tenía 11 años y observaba esas cosas.

Los problemas en la escuela eran lo de menos, Brandon intentaba proteger a Kimberly de que le sucediera eso a ella, pero qué mejor que tener a una pequeña niña cerca de él, que confiaba en él y que jamás lo delataría de ser que algo sucediera...

Los vecinos comenzaron a darse cuenta de que algo raro sucedía, cada vez que alguien subía a la azotea comunal del edificio, encontraban a Brandon en diferentes lugares de la azotea y no en el lugar que le correspondía al departamento. De igual manera, varias veces lo encontraron tomando ropa de los tendederos, pero todos pensaban que era un hurto pequeño del que no había que preocuparse.

Conforme la situación avanzaba, las cosas dentro de casa eran peores, expulsaron a Brandon de la secundaria por someter a una de sus compañeras y simular que tenían relaciones sexuales, mientras él repegaba su miembro de puberto y levantaba la falda de su compañera, la chica intentó gritar varias veces, pero nunca consiguió ser escuchada. No fue hasta que el conserje entró y encontró a Brandon con una mano en la boca de la chica y con otra levantando la falda, la solución de Carolina y Jaime se basó en un castigo donde le ayudaría todos los días a su padre a lavar la combi y trabajaría el turno completo ayudando en la carnicería de la esquina, para así aprender la lección; lo que nunca se imaginaron fue que las cosas necesitaban una solución más fuerte, que Brandon ocuparía esta oportunidad para dejar que sus deseos más profundos tomaran la forma que él quisiera y que el descontrol, pronto, ya no podría ser detenido de ninguna manera.

Brandon comenzó sus días en la carnicería y se dio cuenta de que quería saciar sus deseos de sentirse como un "hombre", esto porque cada vez que ayudaba a su padre limpiando la camioneta, escuchaba que hacían sonidos repulsivos cada vez que pasaba una mujer, que a su padre le gustaba ver culos y tetas por doquier y un día se atrevió a confesar que lo que más le gustaba era que se les marcara la pata de camello, para imaginarse que las tenía bien cerca de él.

Brandon sentía que ese era su ejemplo a seguir, pero que él no se quedaría con el deseo y la imaginación, entonces llevaría a cabo su plan, le echó un ojo a la niña que trabajaba en la cocina económica contraesquina de donde él se encontraba. Decidió que su mejor estrategia sería enamorarla y después ella cedería ante todo lo que él quisiera realizar, lo que sucedió justamente de esa manera. Brandon nunca había tenido novia, era muy tosco cuando se besaba con la chica y la recargaba mientras sostenía su cuello en la fachada del edificio y sí, la discreción tampoco fue su fuerte. Todos los vecinos tenían que presenciar el espectáculo de lenguas y manoseos cada vez que se adentraban al edificio y no sólo eso, las cosas subieron de tono cuando Brandon tenía sometida a la chica contra el edificio frente a la casa y simulaban tener sexo como los animales.

Claramente esto ya eran las señales correctas de que Jaime y Carolina tenían que hacer algo con su hijo, pero cada vez que alguien les comentaba lo que hacía su hijo, se negaron rotundamente a creer que él era capaz de hacer algo así, es más ellos nunca lo habían visto hacer algo así o al menos, parecía que era más fácil creer eso. Varias veces Carolina notaba que sus hijos tardaban mucho destendiendo la ropa de la azotea y al subir, encontraba a Brandon simulando que su hermana le hacía una felación; de un grito bajan corriendo los tres y se excusaban en que era un juego. Otras veces, los vecinos llegaron a ver cómo intentaba montarla como si fuera perro y otras tantas, lo encontraban husmeando en los calzones de las vecinas. Incluso hubo veces en que la señora chismosa del edificio testificó que había visto a Brandon "hacerle el amor" al poste que estaba en la esquina de la calle; aún así, simplemente prefirieron que sería más fácil no ver o no creer lo que tenían frente a sus ojos.

La situación con la niña de la cocina económica no duraría demasiado, ya que su madre decidió llevársela lejos, (o al menos eso es lo que se dijo), fue entonces que Brandon tuvo que saciar sus fantasías y es que ya era difícil para él poder parar de imaginarse cosas, escuchaba los gemidos de su madre y escuchaba el lenguaje soez de su padre, veía a su hermana caminar y veía a las vecinas caminar, veía a todo el mundo y sólo podía pensar en lo perdedor que se sentía porque él nunca había tenido relaciones sexuales y fue entonces, que empezó a llevar a cabo masturbaciones desmedidas robando la ropa interior de la azotea, fueran de niñas, adolescentes o señoras, los calzones desaparecían, claro, él no era un ratero, entonces días después eran devueltas.

Las cosas empeoraron de un momento a otro, Brandon tenía erecciones mientras atendía la carnicería y veía un escote, si a lo lejos veía lo que él definía como "un culote", tenía que correr a su casa a terminar la masturbación, porque era imposible que pudiera parar en el trabajo. Entonces pensó que lo más probable es que Kimberly no fuera a decir nada si él lo intentaba con ella, sus pensamientos inundaron su cabeza durante noches y noches, dormido en la cama de arriba de la litera, sólo podía pensar en tocar a su hermana, en hablarle como su padre lo hacía con su madre, sólo podía pensar hasta que de repente, mojaba su pantalón con una viscosidad repulsiva. Sentía arrepentimiento de tener esos pensamientos y lloraba después de eyacularse, cómo podía pensar en que su hermana lo excitaba, cómo podía pensar siquiera en poseerla, lloraba y lloraba, hasta que se quedaba dormido.

Las cosas no podían estar peor en la mente de Brandon, pero sucede que en el departamento 7 llegó a vivir una niñita de 2 años y Brandon no pudo evitar fantasear, no pudo evitar sentirse y pensarse haciendo cosas con ella y no pudo evitar encontrarse en la azotea su edificio masturbándose con los calzones de la niña en la mano, no pudo evitar llenarlos de secreción y justo cuando estaba sucediendo, se dio cuenta de que estaba siendo observado por una de sus vecinas, con el poco pudor que le quedaba, se subió los pantalones y corriendo, con el corazón en la mano, se encerró en el baño de su casa, mientras su mamá lo veía con extrañeza por la prisa. Brandon respiraba con dificultad, hiperventilaba y rogaba a lo que fuera porque no se oyera la puerta de su casa, por no oír los gritos de su madre, respiraba y respiraba, comenzó a llorar en el suelo de la regadera y se dio cuenta de todo lo que estaba ocurriendo, sonó la puerta de su casa...

Minutos después de que Carolina escuchó a su vecina decirle lo que su hijo estaba haciendo en la azotea, no pudo evitar pensar en pedirle ayuda, en querer gritarle que ella ya lo sabía, que ya no sabía qué hacer, que la desesperación la estaba carcomiendo, que había notado que todas las noches Brandon estaba masturbándose mirando a su hermana, no pudo evitar pensar en que quizá debía matar a su hijo, que era un monstruo y no pudo evitar solamente emitir "yo conozco a mi hijo y él sería incapaz de hacer algo así".

Carolina habló con Jaime de lo sucedido y éste lo único que hizo fue estrechar la mano de su hijo, decirle mil veces que estaba orgulloso de que ya se estuiviera haciendo un hombrecito, pero que tenía que dejar de tocarse en lugares públicos, que para eso estaba el baño. Que si se sentía atraído a las mujeres, lo mejor que podía hacer, era encontrarse una para coger, porque las viejas no sirven para otra cosa más que para coger. En ese momento Carolina se dio cuenta que omitir todos los detalles de los que ella se había dado cuenta, eran más que imprescindibles e inutiles para provocar una reacción diferente en su marido.

Carolina decidió guardar silencio, observar a su hijo por el rabillo del ojo todos días y probablemente así sería por el resto de los días que le sobraran, intentaba a toda costa que su hija estuviera cerca de él, comenzó a tratar de acompañar a Brandon todos los días a diferentes lados,hizo hasta lo imposible por evitar tanto lo que podía ser verdad y que todos lo habían confirmado, pero ya era tarde, Brandon estaba creciendo y esa probablemente, ya era una causa perdida.








 
 
 

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