Música, amor y anhelo. (Todo antes del covid).
- Nohemí Fernanda

- 2 abr 2022
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 11 abr 2022
Nohemí Fernanda

Aquella mañana me dirigía al trabajo, como una mañana más, común y corriente, era el año de 2023. “Ciudad de México, 7:40 am, "Mix mix mix, 80’s 90’s y actual”, sonaba en mis audífonos mientras ingresaba al metro y me dirigía a la estación Barranca del Muerto. Iba dormitando en el vagón, cuando sentí que se me caía el cubrebocas. Desperté alarmada y me di cuenta de que estaba a una estación de mi llegada y mis audífonos estaban rotos. Habían intentado sacar mi celular de la bolsa, pero se llevaron el conector de mis audífonos, muchas cosas no cambian en esta ciudad.
Estaba caminando por la calle cuando escuché a una pareja hablar con su hijo sobre cómo eran las cosas antes de todo esto. Vivíamos cubiertos por las máscaras protectoras, en una ciudad donde la muerte y la enfermedad ensombrecían cada mañana y al escuchar las noticias sólo se hablaban de cifras y cifras, estadísticas y gráficas de muertos. Todo era un caos.
Al no tener mis audífonos, no me quedaba más remedio que escuchar conversaciones ajenas. El trío anterior y yo, nos formamos en la fila del camión y entonces escuchaba:
-Mamá, pero, ¿Cómo fue que llegamos a este punto? – decía el niño asombrado porque se enteraba que había un mundo distinto antes de él. Debía de tener unos 6 años, pero era evidente que no recordaba nada antes de su pequeño desarrollo.
-No sé, Diego, un día todo se fue al caos cuando llegó la enfermad y después de esa enfermedad llegó otra y otra, tuvimos que adaptarnos a la situación y ahora abróchate la agujeta que te vas a caer. – dijo la mujer con hartazgo.
-No le hables así al niño, mejor deja que se entere y comprenda cómo eran las cosas. – dijo el hombre en un tono más comprensivo.
-Papi, ¿A dónde llevaste a mamá cuando se conocieron?, ¿Qué era lo que más les gustaba hacer? – habló nuevamente Diego con muchas ansias, mientras hacía un desagradable nudo en su zapato.
Su padre se rió y miró a su madre con mucha nostalgia. Todos sabíamos lo que eso significaba, la añoranza de un pasado que no va a volver y sólo queda inmortalizado en la memoria.
-Conocí a tu madre en el 2010, estábamos en una bola de gente. Imagínate un grupo de 400 personas, en una fila enorme y larga. Se escuchaban los gritos de todas las personas, al unísono gritábamos << ¡Mocos verdes!>>, sentíamos los brazos y las piernas de los demás, todas las manos llenas con un boleto rectangular y de cartón. Mientras coreábamos las mismas canciones y bebíamos jugo de manzana. Sí, lo entenderás cuando seas mayor… Se podía sentir la emoción y los gritos de los demás, era como tener mil hermanos y amigos que ni si quiera conocías hace una hora, pero te une el evento en donde estás. Cuando nos dejaron entrar, era un cuarto oscuro y todos corrían por quedar en primera fila y pegados a unos tubos de metal, todos se paraban alrededor de un cuadro enorme donde yacen los instrumentos de la banda. En el centro podías ver la batería con el nombre de la banda y entonces miré a tu madre a mi lado. – literalmente la miró con todo el amor en su mirada.
La mujer se sonrojó y comenzó a reírse como si fueran dos jóvenes adolescentes.
-Los gritos eran incontenibles, todos gritaban al unísono, esperaban ver a su banda favorita y llegaba el momento. Se escuchaba un chirrido de la guitarra, las baquetas golpeando al aire y entonces…Todo el mundo empezaba a brincar, algunos alzaban sus manos al aire, escuchábamos la canción coreada por 400 personas. Tu madre y yo, nos tomamos de las manos en nuestra canción favorita y nos plantamos un beso de la emoción… Nos miramos asombrados y seguimos coreando nuestras canciones favoritas. Miramos como sacaban a unos cuantos desmayados por el calor o por los golpes de la emoción ajena. El vocalista se acercó a nuestra zona y nos volvimos locos, nos arrojó agua y sentíamos que éramos uno mismo y entonces, agradecían y se metían a sus camerinos.
¡Otra, Otra! Gritaba el público, tu madre y yo nos veíamos sonrojados. Salían y tocaban tu canción de canciones, llorabas, gritabas, te deshacías y después de dos melodías se terminaba.
Bañados en sudor, podías abrazar a tu acompañante o al que estaba a tu lado. Sonreías como tonto y volvías a hacer una fila enorme para salir del lugar. Al salir, sentías que estabas en un sueño irreal y no sabías si lo que había sucedido realmente había pasado. Miré a tu madre y le dije “¿Nos vamos en el metro, vas para la naranja?”
La pareja notó que su hijo se había quedado dormido en el asiento del camión, pero ellos y yo sentíamos vivir aquellas noches del 2010. Se dieron un beso tan apasionado como el primero y la mujer se limpió las lágrimas.
Tocaron el timbre del camión y supe que tenía que bajar, ya me había pasado de mi trabajo.




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