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El consuelo que nos queda

  • Foto del escritor: Nohemí Fernanda
    Nohemí Fernanda
  • 2 abr 2022
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 11 abr 2022

Nohemí Fernanda.



Me senté del lado de la ventana. Pasaron todos detrás de mí y tomaron sus lugares, era de las primeras veces que veía el metro vacío y es que era de las pocas veces que me atrevía a salir después de que todo había pasado. Está de sobra decir que la pandemia había arruinado los planes de todos, incluidos los míos.

Vi a una pareja delante de mí y estaban abrazados, parecía como si nada hubiera sucedido, se quitaron el cubrebocas y se besaron. Me alarmé. Eran tan felices que añoré los momentos en los que podía compartir los detalles de mi vida con alguien, es que la pandemia me alejó de todo y de todos, no porque me sintiera mal o porque me hubiera ausentado, pasaron 10 años del encierro y dejé de saber cómo relacionarme con quienes creía conocer.

Había problemas en todas partes, pobreza, falta de empleo, enfermedad, pero los chicos delante de mi cara estaban tan enamorados que se podía sentir en todo el vagón, estaba segura.

Lo que pasó fue que me quedé con las ganas de sentir tu cara y tu cuerpo junto al mío, que me tomaras de la mano y me dijeras lo que siempre quise escuchar. Me quedé con las ganas de ver a mis amigos y de beber un pulque, me quedé con las ganas de vivir con muchas plantas y animales.

Me quedé en el limbo porque cuando me contagié, me morí en menos de tres días. La enfermedad había sido tan agresiva que decidí rendirme y entregar mi cuerpo a experimento de la ciencia. Perdí los 25 años de vida que tenía.

Ese día en el metro con tantas ganas de todo, vi a un niño que miraba a la pareja frente a mí y le dijo a su madre:

-¿Así te veías tú con mi papá?.

-No, siempre fuimos más que felices. - noté nostalgia en su tono.

-Pues espero que cuando crezca pueda sentirme así.

Entonces pensé en que la mayor muestra de esperanza es el amor y que si esa pareja estaba muy segura de su amor, nada podría atentar con otra eso.

¿Sabes por qué sigo aquí? Porque vivo en el recuerdo de todos los que alguna vez me quisieron y ese es el único consuelo que nos queda.


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